Si esperan leer una historia de familias de heladeros, este no es el caso.

Paco descendiente de españoles, fue como cada uno de nuestros abuelos el mejor para nosotros, siempre estuvo a mi lado, en cada paso que daba, en lo laboral y en la vida; él me enseño que cualquier cosa que hagamos en nuestra vida, por más pequeña que sea, para que sea un éxito o nuestro éxito, solo necesitamos amor y pasión, sin esos condimentos nuestro éxito será solo superficial.

Trabaje desde mi juventud en proyectos de otros rubros que fueron exitosos para mí, pero algo siempre me faltaba.

A los 47 años de vida, sin tenerlo a Paco a mi lado, se me ocurrió experimentar con el negocio del helado, busque franquicias, pero una noche me puse a pensar por qué quería hacer un negoció de helados totalmente diferente al rubro de toda mi vida, y recordé  que cuando era pequeño, cada domingo iba a almorzar a la casa de mis abuelos,  al terminar, Paco,  porque así lo llamaba , curiosamente nunca lo llame abuelo, ni por su nombre solo Paco, el me llevaba a unas 4 cuadras de su casa, en una plaza (Ciudad de Lanús este -Buenos Aires Argentina), donde había una heladería artesanal, a tomar un helado, obviamente para mí era el mejor postre de mi vida, porque siempre podía cambiar de sabor y transformarlo en un Domingo diferente. Entonces pensé conjugar ese acto de Paco y su forma de hacer las cosas (amor y pasión) y descarté la opción de franquicias, y me puse a estudiar sobre la formulación e investigar cada uno de los componentes que lleva un helado, leer y leer, pero algo dentro de mí no me hizo dudar de lo que hacía, sentía como un motor caliente que me impulsaba a seguir, ahí me di cuenta que nunca había hecho algo con pasión o quizás sí pero no con tanta.

Entonces decidí emprender este nuevo camino, que me hubiese gustado haberlo hecho cuando era más joven y junto a él físicamente, pero nunca es tarde para cambiar el rumbo de la vida, si sentimos en nuestro interior esa motivación que nace dentro de uno.

Hoy el nuevo desafío es realizarlo en la ciudad de Miami, donde las competencias son muchas y más aún la fabricación industrial, pero más me motiva porque cada sabor que formulo, elijo detenidamente la materia prima, logrando un helado, de un sabor intenso, saludable, que nos invita a seguir comiendo, y sobre todo gracias al amor por hacerlo que lo hace diferente. Por eso decidí usar el apodo de mi abuelo, como marca, porque sé que hoy no está físicamente conmigo, igual él está a mi lado protegiéndome y ayúdenme como siempre lo hizo.

Perdón por ser extenso en la historia, que como dije al principio no tiene que ver con historia de familias de heladeros, que no todos tenemos, pero si todos tenemos un abuelo que nos cuida.